Un equipo internacional de investigadores liderado por Enrique Peñalver (Museo Geominero, IGME) ha descrito recientemente en Nature Communications las garrapatas cretácicas (unos 99 millones de años) que se habrían alimentado de sangre de dinosaurios emplumados, de acuerdo a las evidencias observadas en las piezas de ámbar de Myanmar en las que están fosilizadas. Una garrapata, del grupo de las garrapatas duras o Ixodidae, se encuentra enganchada a una pluma de dinosaurio, y ello corresponde a la única evidencia directa de esta relación particular de parasitismo. Se ha determinado que pertenece a una especie que se había descrito hace unos años: Cornupalpatum burmanicum. Otras garrapatas, de una familia nueva (Deinocrotonidae), de acuerdo a sus características anatómicas únicas, muestran setas muy características de escarabajos derméstidos pegadas al cuerpo. Estos escarabajos son comunes en los nidos, en dónde se alimentan de detritus producidos durante el desarrollo de los pollos. A la nueva especie se le ha denominado Deinocroton draculi o “la garrapata terrible de Drácula”, por su aspecto y sus hábitos alimenticios. Posiblemente, la nueva familia ya se había extinguido cuando comenzó el Cenozoico. En la biota actual sólo se conocen tres familias de garrapatas, una de ellas exclusivamente africana y con una sola especie conocida.

Garrapata dura sujetando una pluma de dinosaurio conservada en ámbar de 99 millones de años

El nuevo trabajo revela que al menos dos especies de garrapatas de dos familias distintas tenían a los dinosaurios entre sus huéspedes. Hace 99 millones de años las aves modernas no existían; evolucionaron de un linaje de dinosaurios con plumas unos millones de años después, a finales del Cretácico.

Se han encontrado machos y hembras de las garrapatas de la nueva familia, por lo que los nuevos taxones han quedado muy bien caracterizados, teniendo en cuenta, además, que algunos ejemplares presentan una muy buena conservación y se han podido digitalizar en 3D mediante el uso de un CTscan. Aparte de las evidencias que indican el hospedador de estas garrapatas, los investigadores han podido establecer otros aspectos no menos importantes de su paleobiología. Una garrapata hembra quedó atrapada en la resina después de terminar su ciclo de alimentación, por lo que se sabe que su linaje se alimentaba de forma similar a las actuales garrapatas blandas y a la familia de exclusivamente africana. Aumentaban su cuerpo más de 8 veces, luego se desprendían del hospedador y completaban la digestión de la sangre. Gracias a las imágenes 3D con CTscan los investigadores han podido establecer con todo detalle cómo se les deformaba el cuerpo al hincharse con sangre. Desafortunadamente, la hembra hinchada con su última ingesta no se ha conservado completa y el sedimento entró en el interior del cuerpo, por lo que no es posible determinar si se llegaron a conservar restos de las células sanguíneas del hospedador.

Deinocroton draculi garrapatas conservadas juntas. Extraído de la publicación

Se desconoce prácticamente todo sobre la evolución temprana de las garrapatas, debido a la falta de fósiles. Sí se sabe que las garrapatas se originaron de ácaros que por su biología estaban en íntimo contacto con vertebrados y derivaron a organismos hematófagos con el desarrollo por evolución de estructuras adecuadas para esta alimentación. De las garrapatas del Cretácico, único periodo del Mesozoico con registro fósil de este grupo, se sabe muy poco, pero la presente investigación ha revelado aspectos nuevos sobre dos familias. Algunos miembros del mismo equipo de investigación están concluyendo el estudio de una garrapata de la familia Deinocrotonidae hallada en el ámbar cretácico de El Soplao, en Cantabria, que es 6 millones de años más antigua que las hasta ahora conocidas, ya que tiene unos 105 millones de años de antigüedad. Este nuevo ejemplar aportará una visión algo más temprana sobre la morfología de las garrapatas mesozoicas y sus hábitos.

El equipo de investigación está integrado también por Ricardo Pérez de la Fuente (Universidad de Oxford), Antonio Arillo (Universidad Complutense), Xavier Delclòs (UB-IRBio), David Peris (Universitat Jaume I) y tres investigadores norteamericanos, dos de ellos del Museo Americano de Historia Natural. La investigación ha sido posible gracias a un proyecto para el estudio del ámbar de Iberia financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (CGL2014-52163).

El artículo técnico es de libre acceso en el enlace: http://www.nature.com/articles/s41467-017-01550-z

En el siguiente enlace se puede mover un modelo 3D de la nueva especie descrita: https://sketchfab.com/models/6a33cc3092e04a38b59526b369bc7974